La caricatura, la poesía y el humor fueron las grandes pasiones de Carlos Alberto Villegas

En 1973, durante la semana de la cultura, el jovencito Carlos Alberto Villegas Uribe quien rondaba los 12 años, participó en el concurso de declamación en Calarcá en representación de la Institución Educativa Baudilio Montoya. Llegó con saco verde y corbata amarilla y, sin proponérselo, dejó plasmada en la memoria de sus amigos, no solo la particularidad de su ropa, sino su arrojo y manera abierta de expresarse.
“Yo declamé un poema de Baudilio Montoya”, poeta que Carlos Alberto tanto admiraba, “y desde aquel momento se tejió entre nosotros una amistad que durante 51 años se mantuvo. Éramos grandes admiradores de Baudilio”, dijo Carlos Arturo Patiño Jiménez, empresario y gestor cultural.
En los cafés, durante las tertulias con amigos y conocidos, él solía dibujar. Sin perder el hilo de la conversación -que seguía con interés-, Carlos Alberto Villegas Uribe trazaba en el papel, dibujos caricaturescos de quienes lo rodeaban. Dicen que siempre reía, era un gran líder y le encantaba organizar eventos literarios.
La caricatura, la poesía y el humor fueron las grandes pasiones de su vida. Fascinado por los poemas de Baudilio Montoya, los recitaba con frecuencia en distintos espacios, impulso que le permitió crear Café con Verso, el primer festival mundial de caricatura y cofundar la Biblioteca de Autores Quindianos.
Una vida dedicada al arte:
En una fotografía publicada en Facebook el 29 de junio de 2024, Martha Lucía Usaquén Ramos, escribió a propósito de su muerte: “Se ha ido Carlos Alberto Villegas Uribe, un ser Infinitamente creativo, divertido, querendón de sus amigos y contestatario hasta la médula. Ahora descansa en paz”.
En la imagen aparecen en una manifestación: Martha Lucía vestida de negro y sonriendo en compañía de Carlos Alberto, quien, con una marcada calvicie, lentes y una barba poblada, ríe y sostiene un cartel con un mensaje: “Garzón, estamos de pie y nos seguiremos riendo de la estupidez de este país”.
Carlos Alberto Villegas nació en Calarcá, Quindío, en 1961 y murió el 29 de junio de 2024. Creció en un contexto de limitaciones económicas, cosa que a él lo hacía sentir orgulloso. Su madre: Graciela Uribe, tenía un restaurante y su padre: Guillermo Villegas, trabajaba en oficios varios. Tuvo tres hermanos: Amparo, Patricia y Jorge Enrique. Con María Claudia Ruiz se hizo padre de Natalia.
Una trayectoria entre letras, dibujos y humor:
Carlos Alberto Villegas estudió en la Institución Educativa Baudilio Montoya y en la Institución Educativa Robledo. Se graduó como licenciado en tecnología educativa, en la Universidad del Quindío. Durante años, se desempeñó como docente de pregrado y posgrado en la Universidad del Quindío, la Pontificia Universidad Javeriana y la Universidad Antonio Nariño. Fue fundador de la Asociación Colombiana de Caricaturistas: El Cartel del Humor, fue Gerente de Cultura y más adelante, el primer secretario de Cultura del Quindío.
Trabajó en la implementación del programa de universidad abierta y a distancia de la Uniquindío junto con Horacio Salazar Montoya y, en Bogotá, estuvo un periodo en el Instituto Colombiano de Fomento de la Educación Superior.
Se desempeñó como director de las revistas Termita Caribe y del Boletín de la Red de Estudios Interdisciplinarios sobre la Risa en la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea en Texas. Fue becario de la Unión Europea en el programa: Becas de Alto Nivel para profesionales de América Latina y desarrolló la tesis laureada Sobresaliente Cum Laude: Psicogénesis de la risa, la risa como construcción de cultura para la obtención del doctorado en Lengua, Literatura y Medios de Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid. Hizo estudios de maestría en Escritura Creativa en la Universidad de Texas en El Paso y también en comunicación educativa en la Universidad Tecnológica de Pereira.
Obtuvo la Orden al Mérito Literario- Ciudad de Calarcá 128 años y el escudo del departamento y con la obra: Remedios sueña en Macondo, obtuvo una mención de honor en Salón de Artistas Quindianos en 2004.
Sin embargo, su vida tuvo un vuelco. En Estados Unidos, hace algunos años, Villegas sufrió un accidente cerebrovascular, enfermedad que limitó su movimiento y su vida como estudioso y gestor cultural. “Es trágico porque se formó durante mucho tiempo y en la época en la que uno pensaría que llega la cosecha, fue quizás la más dura de su vida por la enfermedad y la dependencia de cuidados que tuvo que vivir”, dijo Ángel Castaño Guzmán, periodista.
Petete, el mejor amigo de los amigos:
Sus amigos más cercanos le dijeron ‘Petete’ durante toda su vida (un personaje de una historieta). También, fueron ellos quienes lo definieron a través de gestos, uno de ellos, quizás el que mejor retrata su carácter independiente:
José Nodier Solórzano Castaño, escritor, gestor cultural y amigo, contó: “Cuando fue gerente de Cultura, antes de ser secretario de cultura, se le reveló al gobernador del momento porque no aceptaba que se les hicieran a los trabajadores contratos de dos o tres meses. Peleó de manera pública con toda la institucionalidad y al final, eso lo llevó a renunciar. Incluso, después de regresar de España solo para asumir ese cargo”.
También agregó: “Era un hombre avasallador. Una personalidad fresca, a toda hora reía y siempre pensaba en el presente. No se imaginaba en el futuro. Era muy contestatario, pero no era grosero. En cambio, era tranquilo, amable y protector. La importancia de su trabajo reside en que, en su momento, habló sobre un concepto sobre el que no se hablaba en el Quindío: la biocultura. Es decir, la relación de nuestra cultura con la naturaleza, la defensa del paisaje cultural cafetero”.
Carlos Alberto Villegas a voces:
Por su parte, Carlos Arturo Patiño Jiménez, contó una anécdota que, según él, dejaba en evidencia el talante de ‘Petete’. “En una ocasión él me invitó a salir, pero yo no tenía buen ánimo ni las condiciones económicas para esto. Me dijo que nos encontráramos, retiró, tomó un billete y los puso en el bolsillo de mi camisa mientras decía: Espero que no tenga ahora ninguna excusa para no compartir conmigo”.
Asimismo, destacó sobre la personalidad de su amigo: “Él tenía la capacidad de hacerlo sentir a uno importante, como si lo que uno hacía fuera lo mejor que se podía hacer en la vida. Nos hacía sentir importantes cuando el importante era él. Será recordado por su filantropía, espontaneidad, bondad, alegría y por ser el mejor amigo de sus amigos”.
También, Castaño Guzmán comentó: “Yo lo conocí por el blog: Termita Caribe. Carlos Alberto fue uno de los difusores de un momento interesante de la cultura local: la aparición de varias revistas en Calarcá y Armenia. Como yo tenía unas revistas: La Avenida y Santo y Seña, nos hicimos contertulios por mail”.
De igual manera, sostuvo frente a la trayectoria de Villegas Uribe: “Creo que de los escritores quindianos de su generación fue el más entrañable y el más formado y, de alguna manera, el más cosmopolita. Era un tipo de mundo, pero también muy calarqueño. Hay gente que viaja, pero no pierde sus raíces, sigue muy presente la aldea en su mente. Carlos Alberto era un tipo llamado por el mundo sin temor a salir del Quindío. No se plegó a las lógicas de la burocracia local, eso lo demostró su renuncia al poder cuando fue gerente de cultura”.
Por último, frente a su legado, el periodista quindiano sostuvo: “No creo que su trabajo tenga alguna importancia literaria. No creo que sus libros sobrevivan. Sus tres obras conocidas son muy inconclusas, no poseen una estética profunda ni ofrecen una variación importante frente a lo que se escribe en Colombia. Su importancia no está en sus libros sino en la gestión cultural que hizo a partir de la amistad”.
Fecha de publicación 10/07/2024
Última modificación 10/07/2024