Tesis doctoral de excelencia sobre islas de calor urbano
Julián Garzón Barrero, profesor investigador del programa Ingeniería Topográfica y Geomática de la Universidad del Quindío, obtuvo el máximo reconocimiento de excelencia de la Universidad Politécnica de Madrid por su tesis doctoral, “Caracterización del fenómeno de islas de calor urbano en una ciudad tropical andina colombiana (Cartago, Valle del Cauca) integrando variables ambientales”, dirigida por los doctores, Iñigo Molina Sánchez y Jesús Velasco Gómez, como resultado de los cambios de temperatura registrados en esta ciudad, a través del uso de tecnologías de observación de la Tierra en un lapso de 20 años.
Las islas de calor urbano constituyen un fenómeno de incremento focalizado de la temperatura como consecuencia del crecimiento de las ciudades, agudizado por el calentamiento global, en atención a que las estructuras de hormigón, las cubiertas de diferentes materiales, las fachadas y otros elementos que componen la arquitectura urbana, absorben cada vez más calor, liberándolo con lentitud, en “flujos de calor sensible”, convirtiendo a las ciudades en “reservorios térmicos” que inciden en el aumento general de la temperatura.
Este fenómeno de intensificación térmica, que se presenta en algunas áreas urbanas específicas, se contrasta con aquellas zonas en las que predominan los llamados “flujos de calor latente” que, por así decirlo, son otras “islas”, pero esta vez de “frescura” y atenuación, producto de la presencia de relictos boscosos y cubiertas naturales del suelo.
Las conclusiones de este estudio son muy dicientes y muestran el comportamiento del calentamiento progresivo y focalizado en las ciudades, algo de lo cual no escapa la capital quindiana y, por supuesto, en mayor proporción, las grandes ciudades colombianas y las megalópolis del mundo, que, de seguir expandiéndose desordenadamente como grandes superficies de concreto, terminarán por afectar la calidad de vida de los seres vivos que las habitan, principalmente la de los humanos que aumentan su número en el planeta.
Las islas de calor vistas desde el cielo:
La constelación de satélites de observación de la Tierra como Landsat-8 y Landsat-9 vinculados al Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) es una de las herramientas esenciales a nivel global para las mediciones del comportamiento térmico de las ciudades, con barridos que pueden darse cada 16 días, pasando por el mismo punto en el planeta, por espacio de décadas, lo cual genera registros históricos que permiten comprender la correlación entre los cambios en la infraestructura de la ciudad y las concentraciones incrementales de calor.
Es aquí donde cobra un alto valor la Ingeniería Topográfica y Geomática, una disciplina que tiene en la Uniquindío algunos de los representantes más destacados, quienes están detrás de la configuración de los Sistemas de Información Geográfica, SIG, a través de los cuales se asocian capas de datos que permiten producir mapas complejos en varias dimensiones aplicando principios matemáticos y físicos al análisis de datos espaciales.
La revolución digital impulsada por la Ingeniería Topográfica y Geomática:
Los Sistemas de Información Geográfica (SIG) son sistemas digitales que tienen la capacidad de evaluar la variación espacial de datos geográficos. Estos sistemas han evolucionado junto con las nuevas tecnologías de adquisición de datos, como drones, cámaras digitales, datos satelitales y otros sensores. Sus capacidades son de gran utilidad para abordar los problemas contemporáneos, que van desde el calentamiento global hasta la agricultura de precisión.
El profesor Garzón Barrero, asegura que “actualmente, el programa académico de Ingeniería Topográfica y Geomática, da soporte para caracterizar diversos fenómenos geográficos a través de espacios académicos como, fotogrametría, geodesia, topografía, teledetección, gestión ambiental y recursos hídricos. La Ingeniería topográfica y geomática es una profesión incesante en la transformación digital de nuestro territorio”.
Mientras el director del programa, John Jairo Duque, asegura que “estas disciplinas no solo impulsan la eficiencia y la precisión en la recopilación y análisis de datos espaciales, sino que también desempeñan un papel fundamental en la toma de decisiones informadas que afectan a la sociedad y al medio ambiente”.
“Es claro que, la evolución constante de la tecnología, desde la teledetección hasta la inteligencia artificial, promete un futuro aún más emocionante para la geomática. A medida que avanzamos en la era digital, estas herramientas seguirán contribuyendo a un mundo más sostenible, resiliente y consciente de su entorno”, puntualizó Garzón Barrero.
Evidencias preocupantes sobre la temperatura urbana:
Existen evidencias de que la expansión urbana no planificada desbordará la capacidad de prestación de servicios públicos con consecuencias ambientales negativas. A este respecto, ONU Hábitat reportó que la tasa de crecimiento anual global fue de 1.8 % entre 2010 y 2020, confirmando que las ciudades son fuertes agentes modificadores del medio natural, afectando las condiciones climáticas.
A lo anterior se suma que la cubierta natural está siendo modificada por nuevos usos del suelo adaptándose a las demandas de una sociedad demográficamente en crecimiento, que exige espacios y recursos, mientras se ponen en riesgo los mecanismos vitales del sistema terrestre. Ante este escenario, se identificó la necesidad de desarrollar un modelo que permitiera comprender la variabilidad térmica urbana y establecer los principios de prevención y mitigación de impactos.
Así fue como, con la aplicación de los métodos y dispositivos de alta tecnología, habilitados en el contexto de la Ingeniería Topográfica y Geomática, se pudieron establecer las variaciones en una ciudad como Cartago, con datos periódicos tomados en un lapso de 20 años, hasta comprender cómo se comportan las islas de calor y, en oposición a ellas, las “islas verdes” que permiten la mitigación de sus consecuencias térmicas.
En síntesis, conocer en detalle este comportamiento en largos períodos de tiempo ha permitido establecer tasas de incremento de la temperatura versus expansión urbana, pero también predecir escenarios futuros, para nada alentadores pero que pueden ser objeto de intervención y mitigación, los cuales demandan acciones a corto y mediano plazo en materia de planeación del desarrollo sostenible.
Alternativas de solución:
Finalmente, con base en este gran logro uniquindiano, se ha producido un mapa de recomendaciones para la planificación térmica, agrupadas en acciones concretas: intervenir las zonas rojas de calor, buscando promover allí la creación de entornos naturales; monitorear aquellas zonas que muestran tendencia al incremento de temperatura; fortalecer las áereas de cobertura vegetal que pueden desarparecer, y preservar los ecosistemas preexistentes en las ciudades. No cabe duda de que, en el contexto de la transformación hacia ciudades adaptables a la variabilidad climática, la integración de la vegetación es la respuesta para proteger los ecosistemas urbanos.
Las recomendaciones incluyen: la creación de “supermanzanas”, que son un concepto urbanístico que promueve espacios más seguros y amigables para los peatones y ciclistas, reduciendo la contaminación del aire y mejorando la calidad del entorno urbano con amplias áreas vegetalmente revitalizadas; restauración de humedales; reforestación urbana e interconexión de áreas protegidas, entre otras alternativas que permitirán hacer frente a una tendencia que, gracias a estudios como este, se ha podido caracterizar como generadora de altos riesgos para la vida de quienes habitamos y habitarán las ciudades en un futuro cercano.
Fecha de publicación 05/10/2023
Última modificación 05/10/2023